sábado, 15 de septiembre de 2007

Muchas vidas, muchas conciencias


De muchas maneras se ha tratado de demostrar la existencia de una continuidad de la existencia del individuo. Las culturas más antiguas registran, en sus textos sagrados, la existencia del individuo bajo otras personalidades en tiempos pasados. Incluso, los monjes tibetanos buscan, de forma muy meticulosa, la nueva existencia del Dalái lama, una vez que éste ha fallecido. El respeto a los seres vivos, aparentemente inferiores, es muy marcado en estas culturas orientales, esperan que alguno de ellos pudiera ser un ancestro reencarnado y, ante el temor de pisarlo, los monjes barren las hormigas que pudiesen atravesarse en su camino. Otras corrientes religiosas son muy opuestas a esta posición, pues piensan que cada individuo tiene una existencia única, pero asumen una participación de una entidad divina que proporciona la esencia que forma cada ser vivo, especialmente el hombre, proporcionándole un estatus superior sobre el resto de seres; de cualquier forma, todas las culturas aceptan de una u otra forma una participación divina en el origen de cada una de sus existencias, es una participación de un todo para constituir las partes y, en consecuencia, todos los seres tendrían algo de él.

Cada religión reúne un conjunto de creencias y registros históricos que justifican su posición, pero todas ellas se empezaron a redactar bajo condiciones diferentes, en lugares diferentes, donde los individuos que iniciaron la tradición oral, que posteriormente fue escrita, reunían una cultura y visión del mundo diferente, dadas sus diferentes experiencias, sin embargo, ¿podrá existir un patrón común entre tantas versiones de una cosmogonía?

Debemos colocarnos fuera de la barrera si queremos percibir un patrón común en la gigantesca pintura de nuestra existencia, descrita, una y otra vez, en tantas versiones diferentes, pero a la hora de la verdad única.

Aunque cristiano de cuna, sin ser un erudito en el tema religioso, algo he interpretado de los textos de otras religiones y, modestamente, me siento con claridad sobre la realidad de nuestra existencia, pero sólo poniéndola a prueba ante otras mentes más cultivadas podré saber si tengo razón, lo que pienso quizás ni es mío, pues soy de la creencia que el conocimiento fluye por el universo y se radica en las mentes prestas a aceptarlo en el momento oportuno, es así como algunas grandes invenciones o descubrimientos favorecieron a algunas mentes simultáneamente en la historia, es como si en determinado momento fuese inevitable que un conocimiento aflorase en nuestro tiempo.

Pienso en lo referente al tema de las encarnaciones que unos y otros tienen razón, tanto los que la apoyan como los que la rechazan; ¿parece ridículo asumir tal posición? Realmente muchas de las nuevas posiciones de la física surgen de esta paradoja, y la razón, siempre hay otro punto de vista que no estábamos contemplando, una imagen de Escher que surge desde el fondo de nuestra superconciencia y que origina nuevos teoremas, nuevos planteamientos, en fin, nuevas teorías que desarrollan un nuevo modelo para el desarrollo de nuestra civilización. En mi mente veo las vidas de este universo entretejidas a través del tiempo y el espacio, cada uno de nosotros es un pequeño fragmento de esta red en un tiempo y un espacio, pero conectados, formando un todo, de esta manera durante la vida de un individuo sólo recordará su segmento de vida, pero puesto que forma parte de un todo, si su evolución se lo permitiera podría elevarse sobre su segmento a una conciencia superior, al punto de sentirse en otro segmento, es decir otra vida, que podría compartir su tiempo o incluso encontrarse en otro tiempo, esto implica recuerdos que aparentemente no le pertenecen, quizás lo llamen percepción extra sensorial pues podría describir acontecimiento lejanos, describir acontecimientos que afectan, afectaron o afectarán a otras personas en otro lugar, y esto gracias a que todos somos uno a través del infinito universo, pero viviendo individualidades dentro de un contexto espacio-temporal que nos permite evolucionar aportando al todo; de esta manera no perdemos la vida al morir, sólo nos desplazamos a través de una de las líneas de tiempo, de segmento en segmento, de una red compuesta por numerosas dimensiones en un conjunto de infinitas posibilidades; la verdadera muerte supondría estar simultáneamente en conciencia de todas las dimensiones y segmentos de la red, esto quizás sería la verdadera vida, pues el nacer supone la elección de un segmento especifico de esa red para padecer a través de un olvido absoluto la totalidad de las experiencias descritas en él, como quien se sumerge en un personaje y en ese momento queda encadenado a una secuencia de eventos de los que no puede escapar pues la obra debe llegar a un fin descrito con anterioridad, pues fuera de este sistema, de esta red, el tiempo no existiría, de tal forma que fuera de ella se tiene una conciencia del principio y el fin, allí no existiría la evolución, pues sin tiempo no hay movimiento, no hay pasado ni futuro pues todo es presente, al no existir polaridades todo seria perfecto, pues sólo es perfecto lo que no se puede mejorar, siendo incomparable, nuestra naturaleza en un mundo sin tiempo ni espacio, sería perfecta. Es por ello que requiere de un conjunto de mundos dentro de sí para delimitar diferencias, polaridades, extremos, y así se crean los mundos descritos en el Mahabarata o el Ramayana, sueños de los dioses a los ojos de la cultura hindú, multiuniversos a la luz de la moderna física cuántica.

La física poco a poco se aproxima a una aceptación de la existencia de un espíritu o un alma, cada vez que descubre que todo se puede traducir en un concepto de energía, y cuando cree tener la fórmula que explica toda la materia en forma de energía, cuando cree que puede explicar la evolución del universo, cuando cree que tiene un modelo atómico claro y explicable, los fenómenos de los agujeros negros, los quásar, los pulsar, la materia negra, los límites cuánticos derriban la más solida percepción del mundo. Recientemente, grupos dispersos de físicos terminaron por converger en modelos del universos explicados a través de una teoría de 11 dimensiones que, paradójicamente, exige la existencia de múltiples universos y reevalúa los paradigmas de la física relativista, lanzándonos a un nuevo abismo de incógnitas donde, incluso la explicación de la vida, debe ser considerada a través de sutiles reservar de información que, generación tras generación, configuran un nuevo concepto basado en la armonía de un todo, quizás tras la acumulación de información (otra forma de energía) se genera una nueva dimensión que crece como una estructura cuántica nueva a través del crecimiento y evolución de un ser vivo, entidad capaz de subsistir a la aparente desintegración del orden subyacente en la continuidad de fenómenos bioquímicos que explican el desarrollo de cada individuo hasta su deterioro, simple y llanamente por la acumulación de fenómenos de desorden que la entidad no puede superar por pérdida de control de sus mecanismos de reparación. Nos encontramos ante los inicios de la compresión de un plano de energía que se esconde tras el concepto de membranas de las nuevas teorías, una energía muy sutil que aún no podemos medir, pero que siempre supimos que estaba allí, una energía que a veces escapa al determinismo que la obligaba a fluir a través de una red multidimensional para quedarse atrapada en una secuencia espacio-temporal, generando percepciones en quienes transitan aún dentro de dicho universo.

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